sábado, 7 de noviembre de 2020

Memoria de la vida truncada de un brillante discípulo de Justo Pérez

     Matías Gómez Rodríguez con su esposa Águeda Palomo del Pozo y sus seis hijos Francis, Antonia, Matías, Dori, Antonio y Reme, naturales de Abades, se establecieron en Segovia en busca de mejores perspectivas, a principios de los años cincuenta. Con el dinero de la venta de unas pocas tierras, compraron una vieja casa en la plaza de Santa Ana, donde en la planta baja Matías guardaba el carro y el caballo con los que hacía portes y recados y criaba unos cerdos. 


     Recuerdan los hijos que la vida era dura y los mayores tuvieron que contribuir al sustento familiar. Las muchachas empezaron como sirvientas y trabajar en tiendas o fábricas. Con sólo trece años el tercer hijo, Matías Gómez Palomo, entró a trabajar como botones en el Hotel Casas en 1953, sus hermanas todavía recuerdan lo guapo que estaba con el uniforme del hotel.

      Matías era espabilado, inteligente y trabajador y, o bien el muchacho mostró interés por la cocina o bien Justo Pérez supo ver que sería un buen aprendiz y no dudó en ponerle a su lado en los fogones, como había hecho y seguiría haciendo con muchos otros que pasaron por la cocina del Casas. De la mano de Justo, Matías pronto mostró ser un excelente aprendiz y además tener dotes excepcionales como cocinero. Cuando se casó su hermana mayor, mi madre, en 1957, el banquete de boda fue, por supuesto, en el Hotel Casas, preparado con especial esmero por Justo y un Matías que ya despuntaba en los fogones.

      Antes de cumplir los veinte ya participaba en concursos de cocina y ganó varios de ellos, recuerdo todavía los trofeos en casa de mi abuela Águeda. Hacia 1962, con apenas 21 años, ya era el Jefe de cocina en el restaurante El Bernardino.


     Poco después, el miércoles 25 de abril de 1962 se celebra en el Gran Hotel Las Sirenas el primer Concurso provincial de Cocina. En el concurso concurrieron cinco jefes de cocina de varios establecimientos segovianos que quedaron clasificados por orden de puntuación según el jurado calificador, (uno de ellos Justo Pérez Benito): 1º) Matías Gómez Palomo, 2º) Fermín García Casado, 3º) Manuel Rojas Santa Ana, 4º) Fidel Urrialde Prior y 5º) Tomás Urrialde Garzón. El vencedor acudiría al certamen nacional en Palma de Mallorca.

     El fotógrafo Manolo Río realizaba varias fotografías, entre ellas mostraba el menú galardonado con el primer premio. 


     En la prensa segoviana se publicaba alguna fotografía de los participantes, Matías junto al maitre y Justo Pérez, como director técnico del jurado, a la derecha del presidente de la sección social del Sindicato Nacional de Hostelería.


    Después en Palma de Mallorca obtuvo el segundo premio, y ello según le dijo a Justo Pérez un cocinero amigo, miembro del jurado, porque "el primero estaba ya dado a un cocinero de Madrid". Justo siempre le alentó a que progresara y volara alto y a principios de los sesenta entró como segundo de cocina en el restaurante El Bernardino, entonces muy afamado, donde siguió ganando renombre y donde también empezó su hermano pequeño Antonio, quien siempre nos ha contado que quería progresar y poner su propio restaurante. 

     Unos meses después, con tan sólo 21 años y con la recomendación de Justo, le ofrecieron ser jefe de cocina en el Gran Hotel de La Toja. El lunes 2 de julio de 1962, pocos días antes de trasladarse a Galicia, regresando de un pueblo de dar una comida de pedida de mano, el coche en el que viajaban los trabajadores de El Bernardino se salió de la carretera, resultando heridos de pronóstico gravísimo Matías y Carmelo del Pozo, hijo del dueño, e Irineo Álvarez herido grave, lo que causó gran conmoción en la ciudad. El día 4 falleció Matías y el día 5 Carmelo.

     Yo tenía dos años y tengo un vago recuerdo de un hombre que jugaba con sus sobrinos pequeños y nos daba golosinas, pero su recuerdo ha estado muy presente en la familia de mi madre, en el luto perenne de mi abuela Águeda y en las historias que nos contaban mis tías y yo hoy cuento a mis hijos.

     No me cabe duda de no ser por este trágico suceso, que Matías hubiera tenido una excelente carrera como cocinero y ese restaurante que quería montar con su hermano Antonio, tendría hoy justa fama en Segovia, ni tampoco que ello habría sido gracias a que la cocina del Hotel Casas fue la excepcional escuela de Justo Pérez, quien le tuvo gran cariño, como bien recuerdan todos sus hermanos, y Matías siempre tuvo devoción por su maestro que le inició e impulsó como profesional.


LUIS MIGUEL PASCUAL GÓMEZ
Edición, Segovia y Matemáticas, 2020
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      Este escrito está dedicado a los hermanos de Matías Gómez Palomo y en particular a su hermana mayor Francis.
      Todo ha sido posible gracias a:
Fotos del archivo familiar de los nietos de Justo Pérez Benito.
Fotos de los hermanos de Matías Gómez Palomo junto con su recordatorio de defunción.
Fotos con la colaboración de Juan Pedro Velasco.
Vanguardia Segoviana, periódico del sábado 28 de abril de 1962, Año IX, Núm. 397.
El Adelantado de Segovia, periódico del martes 3 de julio de 1962, Año LXII, Número 18860.
El Adelantado de Segovia, periódico del jueves 4 de julio de 1962, Año LXII, Número 18861.
El Adelantado de Segovia, periódico del jueves 5 de julio de 1962, Año LXII, Número 18862.
La colección de fotos, folletos turísticos y papeles antiguos de Segovia de Pedro Luis Peñas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He leído con mucha atención tu nueva "historia sobre segovia y sus segovianos", y sin duda que es enternecedora de principio a fin. Las historias familiares, cuando son bien contadas -con el corazón y la cabeza, como tú lo haces-, apetece leerlas. Son las "microhistorias" o ladrillos con que se van construyendo las otras, las más generales y cuyo perfil es ya de otro tipo; son otra cosa. Gracias de nuevo, Pedro, por regalarnos esas páginas que, en este caso, me da que han salido de latidos cordiales. Salud, amigo-compañero.