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viernes, 24 de agosto de 2012

BODA SERRANA, EL ESPINAR, 1924

      El domingo 24 de agosto de 1924, hace justo 88 años, en El Espinar (Segovia) se realizó un gran festival que consistía en la recreación de una boda serrana al estilo de cien años antes. El director y organizador de todo el acto fue D. Víctor Espinós Moltó, que tenía entonces 53 años, con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad y el objetivo era sacar fondos para la reconstrucción de la iglesia parroquial.




   Don Víctor Espinós era un hombre culto, de profundas convicciones religiosas, doctor en Derecho, escritor y periodista, pero siempre trabajando en temas relacionados con la música, por lo cual desde 1941 fue académico numerario de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su residencia habitual era Madrid, sin embargo era un asiduo de los veranos en la localidad de El Espinar.


     Como estaba muy metido en el mundillo de la prensa (escribió artículos de crítica musical en diarios como La Época (1), Madrid, ABC, Ya, ...) se preocupó de divulgar todo lo posible el festival benéfico en Segovia y en Madrid. Así, prácticamente todas las revistas gráficas de la época: Nuevo Mundo, La Esfera, Blanco y Negro, Mundo Gráfico y La Hormiga de Oro, hicieron un reportaje:
       Las revistas de la editora Prensa Gráfica:

      
         Otras revistas:
     Además consiguió que Eusebio Fernández Ardavín hiciera una película muda siendo guionista el propio don Víctor, y la fotografía a cargo de Armando Pou, que se tituló Una boda en Castilla (considerada con un gran valor documental etnográfico).

El cámara y el propio director seguramente dentro de la rueda.

EL FESTIVAL BENÉFICO
        Para mostrar el acto seguimos el orden de la fiesta del programa de mano y publicado en El Adelantado de Segovia, del 22 de agosto de 1924 y lo ilustraremos con fotos de las revistas de la época y las del sacerdote cuellarano Benito de Frutos Gómez.
        Antes de nada una presentación de los novios espinariegos de la boda, Wenceslao Mateos de la Puerta y Maximina Pérez Dorrego, junto con los padrinos y amigos:

Esta fotografía es del Archivo fotográfico del padre Benito de Frutos, propiedad de los PP. Carmelitas del Santuario del Henar en Cuéllar, Segovia

      La comitiva iba recorriendo las calles del pueblo y se iba acercando a la fiesta que tendría lugar en la plaza de toros:


         Según el programa de mano el orden de la comitiva era el siguiente:
1º) El rebolero a caballo, rodeado de muchachos.
2º) Grupo de labradores, con aperos engalanados.
 Esta fotografía es cortesía de la Fundación Joaquín Díaz (fotografías antiguas), Urueña, Valladolid
3º) Primera carreta engalanada, con invitadas de la boda.

4º) Gaitero y tamborilero.
5º) El señor juez y el señor notario a caballo.
6º) Otra carreta con invitadas.
7º) Hacheros y leñadores con los atributos del oficio.
8º) Otra carreta de convidados.
9º) Pastores y rabadanes.
Esta fotografía es del Archivo fotográfico del padre Benito de Frutos, propiedad de los PP. Carmelitas del Santuario del Henar en Cuéllar, Segovia
Esta fotografía es cortesía de la Fundación Joaquín Díaz (fotografías antiguas), Urueña, Valladolid
10º) Carreta de la novia y la madrina, acompañadas de la moza de boda, y flanqueada por el novio, el padrino y por el mozo de boda.

11º) Grupo de vaqueros a caballo.
12º) Parejas a caballo en grupas serranas.


     Después toda la comitiva, formada por unas 150 personas, tres parejas de bueyes y unos 15 caballos, llegaría a la Plaza de Toros (la actual data del 1949) que estaba totalmente repleta de público: espinariegos, madrileños y segovianos

Allí, los novios se echaban una jota al sonar de la dulzaina y el tamboril

recibirían los regalos por parte de los padrinos:

después vendría el Baile de Rueda al son de la dulzaina en el círculo de la Plaza:

incluso los novios también participaron en el Baile de Rueda, como se puede apreciar a la derecha:


    Para finalizar la fiesta, Gonzalo Valero Martín, hizo la lectura de una bella poesía de Carlos Cilla ensalzando el Día de Fiesta.    
     Terminadas las ceremonias y bailes de la boda, los mozos de la localidad capearon cuatro becerras a la castellana usanza, que habían sido regalados por los ganaderos de la villa. Después el cortejo nupcial en el orden anteriormente citado regresaría a la población al atardecer.
      La banda de música La Popular de Segovia dirigida por Carlos Martín Crespo animaría los festejos.
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(1) En particular, el 20 de agosto de 1932, en la p. 5 se publicó una entrevista de D. Víctor a Agapito Marazuela con el título El folk-lore se muere. ¡Viva el folk-lore!, antes de que se fallase el premio que Agapito ganó por su Cancionero de Castilla la Vieja. 
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     Para la elaboración de esta entrada se han utilizado fotografías y los reportajes sobre el acto de las revistas de 1924: Mundo Gráfico, La Esfera, Blanco y Negro y La Hormiga de Oro de mi colección particular y Nuevo Mundo de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Además, el libro de La Indumentaria Tradicional Segoviana editado en el 2000 para las fotos del padre Benito de Frutos y las fotos de la Fundación Joaquín Díaz gracias al amigo Carlos Porro.
      Finalmente, quiero dedicar esta entrada a mis alumnos de El Espinar, algunos descendientes de los protagonistas del festival, y a mi compañera de claustro Gloria Lázaro por su incansable aliento durante unos dos años de búsqueda de materiales y facilitarme, el Álbum para el recuerdo 1890-1990 de Antonio Burgos García, editado en Madrid en 1992.

lunes, 19 de abril de 2021

GABARREROS

 PRESENTACIÓN

      Este último verano pandémico estuve hablando sobre un trabajo que Juan Andrés Saiz Garrido estaba elaborando y me pedía alguna datación de imágenes. Yo no le conocía personalmente aunque sabía que era el cuñado de mi compañera Gloria del claustro del Instituto de El Espinar con la cual hablé para mi estudio de la Boda Serrana. Juan Andrés, había visto varias fotos del blog que llamaron su atención, pero lo que yo comprobé es que es una persona con grandes inquietudes literarias y me regaló un ejemplar de la tercera edición ampliada de su obra Los gabarreros de El Espinar.

     Cuando yo le hablé de alguna colaboración para el blog aceptó sin problema y finalmente quiso hacer un escrito sobre el antiguo oficio de gabarrero. En cambio, él no sabía que mi bisabuelo paterno, José Peñas Azañedo vivió durante más de 20 años en su pueblo, El Espinar. Cuando leí su testamento por su fallecimiento en 1923 aparecía como propietario de algunas acciones de La Forestal Espinariega y además, por una investigación, comprobé que fue uno de los pequeños socios fundadores de la sociedad en 1915.

 

    En el escrito podremos comprobar todo un conjunto de curiosas palabras utilizadas por los gabarreros.  

GABARREROS

       El destino preferente de las leñas de los montes y pinares segovianos ha sido siempre el consumo domiciliario. "Los fogarines del pobre", así lo definía en el siglo XIX el ingeniero de Montes y escritor José Jordana. Sin embargo, este recurso laboral también dejaba hueco a su comercio.

       Del transporte y la venta se encargaban los gabarreros: "Voz autóctona de la Sierra del Guadarrama, que se aplica a las personas que se dedican al transporte de leñas con caballerías" (Algunas voces forestales. José Jordana, 1900).

     Para ello, usaban de caballos serranos, dóciles y fuertes, con la columna arqueada de soportar el peso. También utilizaban yeguas, que eran más dóciles, y borriquillos. Los mulos eran destinados, como los bueyes, para el arrastre de los pinos en el monte.

     El gabarrero cuidaba con celo a sus caballos. Aunque escaseara la comida en muchas casas, todos alardeaban de alimentar bien a su compañero de trabajo. No se podía ser cicatero con él, pues al día siguiente tendría que aguantar sobre su lomo una nueva carga. Al anochecer, no debía faltar una postura de cebada y paja, si la había.

   También han servido los caballos, en muchas ocasiones, para sacar al gabarrero de difíciles emboscadas, abriendo vereda en la nieve de alguna inesperada ventisca o ayudando a cruzar los ríos en sus peligrosas crecidas torrenciales.

Si te portas bien
te voy a comprar
una albarda nueva
y una cabezá

     No todos los gabarreros tenían caballo propio; algunos caballos se trabajaban a medias, también los burros. En estos casos, el 50% de la leña era para el gabarrero que la trabajaba, y la otra mitad para el dueño del animal. También se utilizaba la fórmula de trabajar los caballos a jornal.

   Los animales eran obligados muchas veces hasta el límite de sus posibilidades. No resultaban extrañas, pues las mataduras, que lucían las pobres bestias por el roce y la presión de la carga. Su veterinario era el propio gabarrero.

   Los antisépticos y desinfectantes más habituales eran: vinagre, sal, orines, corcho quemado... Se recuerda el uso de un ungüento azulado y también una especie de cataplasma de centeno machacado, que había que aplicar todos los días bien limpia en la matadura. Como último recurso, recortar o almohadillar la albarda en su contacto con la herida. En todo caso, si no se les daba un merecido descanso a aquellos caballos matalones, era difícil que mejoraran sus llagas.

No compres caballo cojo
pensado en que va a sanar
que el que está sano se encoja
conque el cojo que será.

     Llegar a bajar del monte una carga de 400 kilos era algo excepcional, aunque estas barbaridades se han repetido muchas veces, incluso mayores pesos. Se habla hasta de 500 kilos en un viaje, pero también es cierto que estas osadías podían provocar que la carga terminara caída, en la mitad del camino. 

     Los gabarreros aprovechaban principalmente las "leñas muertas": ramas secas de los pinos en pie y tocones enterrados; en algunos pueblos, también se tenía acceso a la leña del ramerío de las cortas de pinos recién talados.

     También se bajaba leña en los carros de bueyes (en los que se podía camuflar bien el matute), en carros de mano, en las carretillas de álamo y ruedas de hierro, incluso a cuestas y, en los años cuarenta del siglo XX, en aquellos primeros camiones de gasógeno.

     Desde la inauguración en 1888 de la línea férrea Madrid-Segovia, y durante toda la primera mitad del siglo XX, el tren era el principal medio de transporte para el comercio de la leña hacia el gran pozo de consumo que ya siempre ha sido Madrid. Los gabarreros descargaban la leña en los depósitos, muchos de ellos próximos a la estación de ferrocarril, donde los almacenistas la pesaban en básculas.

     Estos intermediarios se encargaban de embarcar la leña en los vagones y plataformas del tren, y también en camiones, con destino preferente a las carbonerías y calefacciones de Madrid. Cada semana salían varios trenes de mercancías con los vagones repletos.

      Desde su apertura en el sigo XVII, un destino importante para las cargas que bajaban los gabarreros del pinar de Valsaín fue la Real Fábrica de Cristales de La Granja, cuyos hornos consumían mucha leña.

JUAN ANDRÉS SAIZ GARRIDO
Edición, Segovia y Matemáticas, 2021
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      Esta entrada es parte de los oficios que han desparecido o que se utilizan de manera testimonial actualmente. 
        Todo ha sido posible gracias a:
Los gabarreros de El Espinar por Juan Andrés Saiz Garrido. Alma gabarrera Ediciones. Segovia, 2018
Foto del amigo Juan Francisco Sáez Pajares.
Foto de Victoria García Velasco.
Dibujo explicativo de  J. M. López Vallina.
Programa de Fiestas de San Juan y San Pedro de 1925 del Archivo Municipal de Segovia.
Los gabarreros de Valsaín vistos por Santos Yubero y Martín Trilla del blog Arqueología de Imágenes del amigo Aku Estebaranz publicado el 15 de febrero de 2014.
Mi colección de fotos, postales y revistas antiguas de Segovia recopilados en los últimos 24 años. 

lunes, 5 de noviembre de 2018

EL TEATRO DE LA ZARZUELA EN LA PLAZA MAYOR DE SEGOVIA (1883-1891)

     Nada más hacer el derribo del Mesón Grande, en el número 17, y los dos edificios contiguos a partir del 12 de diciembre de 1880 se queda un hueco con un solar con mucho fondo en plena plaza Mayor. En una imagen circa 1873 de Jean Laurent hemos marcado los tres edificios que desaparecieron. 


      En esos momentos en Segovia tan sólo está el pequeño Teatro Principal de la calle de la Victoria (actual Valdeláguila), pero hay una gran afición al teatro, a la representación de comedias y zarzuelas y se agotan las pocas entradas con facilidad. Este hecho se refleja en el periódico jocoso La Tempestad, en el que se hacía mucha crónica sobre acontecimientos artísticos y teatrales por José Rodao y por su director Vicente Rubio Lorente. En el periódico del 2 de enero de 1881 se sugiere la creación de otro teatro con una cuarteta.

                      Y por eso más de cuatro
                      quieren, con mucha razón
                      que se construya un teatro
                      en el local del Mesón.
 
     A los cinco meses del derribo del famoso Mesón se montó un pabellón encarnado de madera en el que se vendían collares, pendientes, sortijas, abanicos, peines o incluso algún juguete según anuncios de La Tempestad y después se utilizó para guardar coches de caballos.

     Poco después el pintor asturiano Darío de Regoyos (1857-1913) hace un cuadrito sobre una tabla titulado "Pláce á Segovie" fechado en 1882, que muestra el derribo realizado estando el solar libre aunque parece que no llega a querer representar la casa Nº 20 y siguientes que se deberían ver en esa perspectiva. En cambio, sí se ven los carros sueltos en el descampado.


      Por esa época en la plaza Mayor hay dos populares y reconocidos establecimientos de café, el café de Ruiz (apodado el montañés) y en frente el café de Manzanares. En el Nº 4 desde finales de la década de 1860 se encontraba el café propiedad del segoviano Manuel Manzanares Nogales, casado con la tureganense Eulalia Espinar Gimeno que vivían por encima, con sus cuatro hijos: Bernardo, Teresa, Abdón y Manuel. Este gran café era muy concurrido y había conciertos los jueves y los domingos supongo que por aprovechar que eran días de mercado. Incluso se acondicionó un pequeño teatrillo en el que se hacían representaciones teatrales o de revistas refiriéndose popularmente como Liceo Manzanares.

     El 31 de marzo de 1883 Manuel Manzanares presenta una instancia al Ayuntamiento que entre otras cosas dice "...deseando cooperar en algun tanto al engrandecimiento de las prosimas ferias de esta capital, segun esa corporacion desea, el esponente se compromete a dar ciertas funciones de Concierto, siempre que se le ceda con dicho objeto y hasta tanto que se disponga para su venta, el local denominado Meson Grande, el cual tendrá desde luego vistas que no hagraden al publico, siempre contando con el apoyo de esa Excma Corporacion".

      El alcalde Antonio de Llanos dirige esa instancia a la comisión de Propios y Policía y en sesión del 13 de abril de 1883 el Ayuntamiento acuerda hacer la concesión del solar Mesón Grande durante los meses de Junio, Julio y Agosto para establecer un local portátil en condiciones de seguridad y ornato, que deberá certificar el arquitecto municipal, dejando completamente libre todo el solar al levantar la construcción. La concesión oficial, realizado el certificado de Joaquín Odriozola sobre algunos inconvenientes en reparar adecuadamente una bodega que había bajo el mesón, es dirigida a Manuel Manzanares con fecha de 7 de mayo de 1883. Además, el consistorio da las órdenes de que se retiren los coches de caballos que hubiese en el solar antes de dos días.

   Rápidamente Manuel Manzanares encarga la construcción de un pequeño teatro de madera y después de notificarlo al Gobierno Civil el arquitecto municipal hace un examen a fondo. Firmado el 11 de junio, Odriozola inspecciona la armadura con el cerramiento y cubierta para el teatro considerando además que ofrece la necesaria seguridad, en caso de incendio, para las funciones que se intentan llevar a cabo.

    El nuevo teatro con el nombre de Teatro de la Zarzuela se inaugura el jueves 14 de junio de 1883 con capacidad aproximadamente para 300 personas. El escritor Vicente Fernández Berzal (1858-1928) nos describe el interior del teatro segoviano con anheloso recuerdo: "contaba con dos plateas a cada lado, 150 butacas de patio y una pequeña galería para la entrada general".

     En el número extraordinario de La Tempestad del jueves 14 de junio de 1883, se inserta el anuncio de toda la función dentro de las ferias de San Juan y San Pedro que en esos años se habían adelantado.


      Según la crónica teatral publicada en La Tempestad del domingo 17 de junio de 1883:
       "El jueves se inauguró el teatro de la Zarzuela con un lleno completo; pues desde una hora antes de empezar la funcion, no quedaba en el despacho ni una entrada general.
       El Juicio final, Música clásica y El lucero del alba, fueron las obras escogidas para dicha funcion, que fué á beneficio de los pobres.
      El cuadro de la compañía es excelente; y la prueba es que el público colmó de aplausos, en más de una ocasión, á los actores, y en particular a la primera tiple señora Ávila.
     El teatro, para ser provisional, reune las mejores condiciones. Las butacas son cómodas, los palcos espaciosos y el paraiso es deshagodísimo.
      En la Zarzuela, yo creo / que pasar puede un buen rato / el bello sexo y el feo, /  por ser este coliseo / bueno, bonito y barato ###
    Según nota que nos ha facilitado el Sr. Manzanares, el importe de las localidades vendidas para la funcion inaugural del Teatro de la Zarzuela, asciende á 1500 reales, de los cuales hay que deducir 800 reales de gastos, quedando para repartir entre los pobres 700 reales, que se distribuirán en esta forma:
      A las Siervas de María......... 60  / A los presos de la cárcel........ 60 / A las Hermanitas de los pobres.....60 / A los pobres de las cuatro parroquias (25 de cada una).......400 / A los pobres vergonzantes......120 / Total.............................  700
       Digno es de los mayores elogios el caritativo proceder del señor Manzanares, quien se ha hecho acreedor á las bendiciones de los pobres y á las simpatías del público, con su generoso desprendimiento".  

       Suponemos que en la elección de las obras de la inauguración influyó que Ruperto Chapí Lorente (1851-1909) en 1872 había ganado la oposición de Músico Mayor de la Academia de Artillería de Segovia de modo que en su estancia en Segovia es cuando compuso su Fantasía Morisca. La zarzuela en un acto Música Clásica se había estrenado en Madrid en septiembre de 1880, pero Chapí en 1883 ya estaba residiendo en Madrid y centrado totalmente en la composición musical.


    En esa primera temporada prevista de junio a agosto de 1883 en el Teatro de la Zarzuela se representaron muchas obras de género chico, sainetes líricos, algunas comedias e incluso debido al éxito de público la temporada se extendió hasta septiembre con un espectáculo de títeres, Los Fantoches. Pero el teatro provisional no se desmontó como se tenía previsto inicialmente a primeros de septiembre. En La Tempestad del 10 de octubre de 1883 nos hablan de la función celebrada para socorrer a las familias que sufrieron pérdidas por el incendio ocurrido en Turégano pocos meses antes. Sin duda, en este caso influyó el origen de la esposa de Manzanares, Eulalia Espinar, que muy probablemente había afectado a algunos de sus familiares.


     La siguiente temporada veraniega de 1884, que comenzaría a primeros de junio y terminó casi a mediados de octubre, continuó en la misma línea de hacer funciones de un día de tres obras que solían durar menos de una hora entre el jueves y el domingo. Durante esta temporada en muchas actuaciones la música estaba dirigida por el maestro Luis Arnedo y un sexteto de profesores de Madrid, Sarmiento, Goñi, Torá, Vidal, Gracia y Mateos. La temporada finalizó con una función a beneficio del Asilo de Sancti Spiritus el viernes 10 de octubre de 1884, recaudando líquidos 1586 reales para el asilo.

     Curiosamente, en el periódico del 12 de octubre de 1884 se anunciaba el proyecto de la creación de un gran teatro en Segovia que ocupase todos los solares del Mesón Grande y los adyacentes. Para ello se pensó en crear una suscripción de 300 acciones de 500 pesetas cada una, pero ya sabemos que se quedó en intención hasta 32 años después que empezó a tener forma definitiva.


     Entre marzo de 1884 y abril de 1885 se construyó la arcada en la plaza Mayor justo delante del Teatro de la Zarzuela aunque se había pensado inicialmente haberla realizado en 1882. Según Manuel Manzanares la temporada de 1885 no dió ganancias si no más bien pérdidas y suponemos que influyó notablemente la epidemia de cólera que hubo ese año en Segovia.

   En esta imagen fechada en mil ochocientos noventa y uno se puede apreciar perfectamente cómo debía ser el teatro de nuestro estudio. Encargado inicialmente por Manuel Manzanares no se desmontó como se tenía previsto inicialmente a final del verano de 1883. Más bien se mantuvo durante unos nueve años debido a la popularidad que consiguió y por utilizarse todos los años para recaudar dinero con motivos de desgracias o de caridad.


      Antes del comienzo de la temporada de 1886 Manuel Manzanares sabiendo que se había anunciado en abril de 1886 una subasta pública para la venta del solar del Mesón Grande a realizar el 8 de mayo de 1886 suplica al Ayuntamiento que tenga la consideración de que si hubiese algún licitador se retrase su entrega ya que según el pliego de condiciones el primer pago era cuatro meses después de aprobada la subasta. La corporación municipal no tiene inconveniente y en la sesión del 14 de mayo de 1886 se autoriza al alcalde Mariano Torre Agero a revisar las condiciones de cesión con Manuel Manzanares.

     La temporada de 1887 comenzó con una función el lunes 30 de mayo con una variada función con el actor Núñez y la actriz Srta. Sugrañes en la que tomaban parte aficionados segovianos como Valentín García y Gerardo Failde. A lo largo de los meses de la temporada en las funciones se fueron introduciendo zarzuelas de dos actos y se representaron algunas zarzuelas o revistas recién estrenadas en Madrid, como La Gran Vía y Los Lobos Marinos. Todo ello debía ser idea del director de escena José Portes que remató la temporada con L'Hereu y Una casa de fieras el domingo 11 de septiembre.

   Después de que en el año anterior los aficionados segovianos tuvieran alguna participación en los sainetes va a llegar un momento, en 1888, todavía más importante. El bajo cómico segoviano Valentín García forma parte de una compañía toda la temporada.


    Ese año las actuaciones comenzaron el 11 de junio con lleno completo todos los días representando La Gran Vía, Nicolás y ¡Chateau Margaux!. Después irían renovando y ampliando las obras, pero alguna como La Gran Vía llegó a tener representación hasta catorce días seguidos teminando el día de San Juan, por lo cual aunque el teatro no tuviese mucho aforo sí nos muestra la afición que había en ese momento en nuestra capital. Hacia el 8 de septiembre se dio por terminada la temporada.

    Vendido el solar por parte del Ayuntamiento, en el que se encontraba el teatro, que con seguridad en una memoria de un proyecto de Odrizola firmada en septiembre de 1888, consta como propietario Guillermo Martínez Pérez (Presidente en ese momento de la extinta Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia) las condiciones para el empresario encargado del Teatro de la Zarzuela debían ser diferentes a las anteriores. Y por otra parte, el Ayuntamiento estaba haciendo las negociaciones de las ventas sin expropiación forzosa de todas las casas colindantes al teatro durante agosto y septiembre de 1888.

      El año 1889 es decisivo en la historia del Teatro de la Zarzuela porque el martes 9 de abril fallece su creador Manuel Manzanares Nogales. Sin embargo el establecimiento se mantuvo varios años más y es que el programa de la temporada ya estaría medio elaborado y sus hijos intentarían darlo continuidad. La temporada comenzó el 15 de junio con la interpretación entre otras obras de Los baturros en homenaje a su libretista José Jackson Veyán que se encontraba invitado en Segovia, donde se hizo con él un almuerzo en el Restaurant de Suárez.

      Durante ese verano llega una  nueva compañía dirigida por Antonio Povedano y formada por las actrices Srta. Martín Gruas, Sra. Martínez, Srta. Prado y los actores Salvador González, Quevedo, Leon y el segoviano Gerardo Failde con la música dirigida por el maestro Luis Arnedo. Representaron entre otras zarzuelas Mam'zelle Nitouche, ¡Al agua, patos!, El Alcalde Interino, La Diva, El señor Gobernador y otras muchas. A finales de julio y agosto estuvo la compañía de Pedro Ruiz de Arana con otras tantas representaciones. El final de la temporada del Teatro de la Zarzuela acabó con dos conciertos extraordinarios dados el miércoles 11 y el domingo 15 de septiembre por la Orquesta formada por profesores de la Sociedad de Conciertos y del Teatro Real dirigidos por el maestro Enrique Fernández Arbós (pensionado por la Infanta Isabel desde 1877 hasta 1885 en diferentes países europeos) cuando sólo contaba con 25 años.

     La temporada de 1890 fue muy irregular empezando tarde y acabando pronto. Da comienzo el sábado 21 de junio organizando el inicio de la temporada la compañía de José Portes pretendiendo estrenar en Segovia las obras que más hayan llamado la atención en Madrid. Se comenzó con El año pasado por agua, estrenada el año anterior, junto con otras clásicas Niña Pancha y Lucifer continuando con De Madrid a París, Los Langostinos, ¡Ole, Sevilla!, Lo pasado...pasado, Las doce y media y sereno. Pero esta compañía se va hacia el 10 de julio. Más de diez días después, hay una nueva compañía con la primera tiple Antonia García y Salvador González que representan entre otras La chiclanera, Cádiz, Las doce y media y sereno, pero el 2 de agosto dejan Segovia y se van a Ávila. Para acabar la temporada la compañía que había en el Liceo Ramírez a cargo del Sr. Barta, con Francisca Alcalde, Pilar Lugo, y los actores Gil y Las Santas empiezan a representar su repertorio en el teatro de la plaza Mayor al menos desde el 10 de agosto Los carboneros, Certamen nacional, Renta infalible, El plato del día, La cruz blanca, Niña Pancha, pero hacia el 20 de agosto se van a Medina del Campo.
 
     Prácticamente ya no hay más actuaciones musicales, tan sólo a primeros de octubre una muestra de extrañas características de personas, la mujer tigre, una niña con dos cabezas, o bien de vegetales, una cebolla de muchas libras y otras rarezas por el estilo según se comenta en La Tempestad.

    Finalmente, la temporada de 1891 será todavía más irregular y anómala que la anterior. Aunque se anunciaba en el programa de festejos para las ferias el 25 de mayo que "...en el Teatro de la Zarzuela y en el de Ramírez, actuarán notables compañías de zarzuela y verso" durante las fiestas, ni en junio, ni julio hubo actuaciones ni crónicas teatrales que lo avalen. Prácticamente sólo hubo una función que se anunció para el domingo 9 de agosto representando la compañía que había estado antes en el Liceo Ramírez, las obras La leyenda del Monje, el sainete El señor Luis el tumbón o Despacho de huevos frescos y El Monaguillo. Y después el 30 de agosto hubo una "Gran función de prestidigitación y ventriloquía por el primer ventrílocuo español Sr. Aragrev, con sus cinco figuras mecánicas". El Teatro de la Zarzuela como tal está agonizando.

     Durante estas ocho temporadas, según Fernández Berzal, se llegaron a estrenar algunas obras de autores segovianos como De la Plaza al Azoguejo, Segovia ante la cultura, ¿Responde usted de la niña?, aunque no hemos conseguido averiguar las fechas exactas. En varios casos el autor de la música fue Silverio de Ochoa y Ferreiro (con pseudónimo Silvio) que a su vez escribió alguna obra literaria como Tierra de Segovia (Dibujos y ficciones).

    En el siguiente detalle, circa 1910, podemos ver que el antiguo teatro está transformado. Por la portada decorada con una corona no dudamos que entonces es el Cinematógrafo Reina Victoria inaugurado en  noviembre de 1907.

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       Esta entrada se la dedico a todos esos segovianos y segovianas que tienen afición al teatro y a la Zarzuela (sobre todo al tureganense Vidal Espinar).
        Todo ha sido posible gracias a:
La foto facilitada por el amigo Juan José Bueno, gran coleccionista de fotos antiguas de Segovia.
Proyecto de construcción de la segunda arcada en la Plaza Mayor (fachada del Mesón Grande) y Proyecto para terminar los arcos de la Plaza Mayor en la manzana del Mesón Grande. Ambos de Joaquín Odriozola y Grimaud.
Expedientes y peticiones oficiales de Manuel Manzanares al Ayuntamiento de Segovia.
Todos los anteriores del Archivo Municipal de Segovia.
Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Arquitectura y Urbanismo en la ciudad de Segovia (1750-1950). Miguel Ángel Chaves Martín. Editado por la Cámara de la Propiedad Urbana de Segovia. Segovia 1998.
Antología de Vicente Fernández Berzal. Prólogo y selección de José Montero Padilla. Publicaciones de la Academia de Historia y Arte de San Quirce. Imprenta El Adelantado. Segovia, 1974.
Toda la colección del periódico La Tempestad del Archivo Municipal de Segovia
La Tempestad semanario festivo del 14 de junio de 1883, Año IV, Tormenta 144.
La Tempestad semanario festivo del 14 de abril de 1889 dirigido por Vicente Rubio Lorente, Año X, Tormenta 457, del Archivo Municipal de Segovia.
El Adelantado de Segovia diario del lunes 23 de mayo de 1988, Año LXXXVIII-Núm 26857.
Padrón de Segovia de 1885 del Archivo Municipal de Segovia.
Las aclaraciones de Isabel y Rafael del Archivo Municipal de Segovia, junto a su aliento y total colaboración para la divulgación de cómo era la Segovia antigua.
Mi colección de fotos, postales antiguas, folletos antiguos de Segovia de los últimos 20 años.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA SIERRA DE GUADARRAMA en las antiguas postales

      Hace diez días el amigo Juan Pedro Velasco Sayago sacó a la luz este libro de la sierra de Guadarrama, editado por Temporae, utilizando imágenes antiguas de postales ilustradas y de postales fotográficas. Tiene 328 páginas, muestra más de 250 postales entre las cuales muchas nos pueden sorprender gratamente por el módico precio de 16 euros y se presentará oficialmente el 3 de diciembre.


      Quizás uno de los motivos por el cual se ha editado un libro sobre la sierra de Guadarrama es que el 26 de junio de este año se declaró por ley como Parque Nacional y además el 28 de mayo anterior ya se había declarado por la Unesco como Reserva de la Bioesfera.

      A lo largo del libro el autor hace un recorrido de la sierra por la vertiente de Madrid: Cercedilla, Navacerrada, Puerto de Cotos, Peñalara, La Pedriza de Manzanares, Puertos de Morcuera y Canencia, el Valle del Lozoya, la Cartuja de El Paular y el Escorial y por la vertiente de Segovia: Puerto de Navafría, el Real sitio de San Ildefonso-Valsaín, Riofrío y la Mujer Muerta, El Espinar-San Rafael, Somosierra y la sierra de Riaza-Ayllón. En todos los sitios del recorrido hay una breve información con algún curioso dato relacionado con la montaña y podemos ver imágenes antiguas de cumbres, senderistas, refugios, fuentes, esquiadores, pastores,...

      He de reconocer que era la persona más adecuada para hacer un libro sobre el tema ya que ha sido montañero federado y senderista casi toda su vida, ha escrito varios artículos sobre medio ambiente, seguramente se conoce la sierra como la palma de su mano y posee una colección de imágenes de la sierra de la cual ha tenido que hacer una concienzuda selección. Por eso, comentamos sobre hacer esta entrada, pero sin saber él lo que iba yo a mostrar de mi colección.

      Comenzamos con una postal de los primeros sesenta que él ha utilizado, pero que por inconvenientes de edición no ha podido poner con todo su color y nos muestra la sierra de Guadarrama al fondo cubierta de nieve por encima del acueducto en un soleado día de invierno.




       Pero las imágenes antiguas pueden llamar más nuestra atención por los paisajes imposibles de ver en la actualidad. Empezamos con varias imágenes de principios de los años treinta del siglo pasado, primero una perspectiva de la sierra tomada desde la calle San Juan con la nevada sierra al fondo en la que podemos ver a la izquierda la cuerda de la Atalaya y a la derecha el Collado de los Neveros.


       Y continuamos con una vista de la sierra, cubierta de nieve en sus cumbres tomada desde el Alcázar en un claro día invernal. En ella podemos apreciar de Segovia a la derecha la iglesia de San Clemente y los campanarios del monasterio de San Antonio el Real. Al fondo en la sierra podemos ver el Alto del Nevero y Peñalara a la derecha.


      Al subir a la sierra siempre se pueden ver grupos de montañeros. Ahora veamos como era en los años 50 del siglo pasado, hace unos sesenta años. Todos con unas gorritas para cubrir la cabeza del fuerte sol del verano.


      Continuamos con las vistas de la sierra de Guadarrama desde Segovia, pero pasamos a los años cincuenta del siglo pasado. Desde el Seminario podemos ver en un soleado día otoñal el Pico de Peñalara cubierto de nieve y gran parte de toda la sierra, que el propio Juan Pedro me ha escrito con todos los nombres de cuerdas y cumbres.


      Y la vista desde el mirador de El Salón de la sierra es espectacular con la antigua huerta del moro del arrabal de San Millán antes de todas las construcciones de los años sesenta que se hicieron en el Paseo de Ezequiel González. Toda la panorámica serrana de izquierda a derecha: Guarramillas, Las Camorcas, Cabeza Grande, Siete Picos, Montón de Trigo y La Mujer Muerta (Pinareja, Peña el Oso y el Pasapán).


       Pero los que no somos tan montañeros quizás lo que más asociamos con la sierra del Guadarrama es el Puerto de Navacerrada. En los años veinte del siglo pasado ya había un tren para subir al puerto desde Cercedilla a los pies del Hotel Reina Victoria como podemos ver en un folleto turístico de finales de la década. Exactamente esta vía férrea se inauguró el 12 de julio de 1923 y el hotel en 1924.


       Y que decir de la vista del Puerto de Navacerrada tomada desde la vertiente madrileña en una foto de los primeros años cincuenta donde todavía no se habían construido las numerosas residencias de montaña de los bancos.


     Pero sin duda el pico más alto de la sierra de Guadarrama es Peñalara con 2428 m. de altitud, pero todo el conjunto de Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara fue declarado Parque Natural el 15 de junio de 1990 por la Comunidad de Madrid, aunque ya por Real Orden Núm. 213 del Ministerio de Fomento, de 30 de septiembre de 1930 estaba declarado el conjunto como Sitio Natural de Interés Nacional. Justo por ese año el fotógrafo António Passaporte, realizó fotos de la sierra de Guadarrama para la casa Loty.

  
      Además la vertiente segoviana de la sierra del Guadarrama tiene varias localidades propiamente serranas. Los municipios de El Espinar y San Ildefonso. Desde la propia falda de la montaña podemos ver esta espectacular imagen de los años cincuenta de El Espinar con el fondo del alto de El Caloco.


      La localidad segoviana de San Rafael se encuentra justo en la carretera que nos sube al Alto del León y nos comunica con Madrid por encima de la montaña. En tiempos del rey Fernando VI se hace la apertura del Puerto de Guadarrama y se instala en conmemoración un monumento de piedra de un León en 1749. En esta postal, de principios de los años sesenta, podemos ver la subida apreciando ya la pendiente, pero siempre con gran animación de personas en su calle principal.

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     Esta entrada se la dedico a todas las personas que tienen afición por la sierra de Guadarrama, que parece que este año estará blanca antes de lo esperado.
       Todo ha sido posible gracias a:
La sierra de Guadarrama en las antiguas postales. Juan Pedro Velasco Sayago. Editado por Temporae, Madrid, 2013.
Mi colección de fotografías, postales y folletos turísticos antiguos.